viernes, 19 de junio de 2009

Un movimiento profético singular. Por James R. Nix

Si como adventistas se nos pidiera que definiéramos la singularidad de nuestra iglesia, sin duda habría respuestas muy diversas. Algunos mencionarían el reposo sabático; otros podrían hablar de la aceptación del ministerio de Cristo en el Santuario celestial, del ministerio profético de Elena White o inclusive podrían señalar aspectos del estilo de vida, tales como la alimentación, el entretenimiento o el arreglo personal. En cierto sentido, todas estas respuestas están en lo correcto.

Pero existe otra manera de definir el adventismo, y es como movimiento profético. Vemos que el adventismo es único debido a tres características distintivas que aunque ninguna otra iglesia las sostiene, los adventistas aun antes de la fundación oficial de la iglesia en 1863, consideraron que definían a la iglesia.

Esas tres características distintivas describen a los adventistas como el único pueblo que posee:

1. raíces proféticas o historia predicha en Apocalipsis 10.
2. identidad profética definida en Apocalipsis 12.
3. mensaje y misión profética dados en Apocalipsis 14.


Como adventistas no realizamos estas afirmaciones con actitud exclusivista o de jactancia religiosa. No significa afirmar que somos “mejores que”, sino más bien “diferentes de” otras iglesias.

Las raíces proféticas de Apocalipsis 10

En Apocalipsis 10:1-10, el apóstol Juan describe eventos que cobran importancia al analizar las raíces proféticas y la historia del adventismo. Creemos que el “librito” mencionado en los versículos 2, 8, 9 y 10 se refiere al libro de Daniel. Si bien la profecía de Daniel era en primer lugar un mensaje de tiempo, cuando preguntó por el significado de los períodos revelados, se le dijo: “Cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin” (Dan. 12:4). Era evidente que él no necesitaba comprender el mensaje, pero lo que durante siglos permanecería sellado un día sería entendido.

Daniel quería comprender el período de los dos mil trescientos días, al fin del cual el santuario sería purificado. Ese era el único mensaje sellado del libro de Daniel. Siglos después, en visión en la isla de Patmos, se le mostró a Juan un tiempo futuro cuando un ángel poderoso descendería a la tierra, y en su mano tendría un librito abierto –no cerrado ni sellado, sino abierto.

Desde nuestra ventajosa posición en la historia, podemos ver que fue cerca del fin de la profecía de los dos mil trescientos días en 1844 que este ángel con el libro abierto de Daniel hizo exactamente lo que Juan había visto. En el preciso momento predicho, el mensaje profético del ángel rodeó toda la tierra. Como había sido predicho en la visión de Juan, el tiempo profético había alcanzado su momento cumbre.

Al final del siglo XVIII y comienzo del XIX, muchas personas comenzaron a estudiar las profecías de Daniel y Apocalipsis. Al hacerlo, llegaron a la conclusión de que los dos mil trescientos días de Daniel 8:14 culminarían en la década de 1840. Como pensaron que la purificación del santuario descrita por Daniel se refería a la purificación de la tierra por el fuego al momento de la segunda venida de Cristo, concluyeron que Jesús regresaría para esa época. Pronto estas noticias fueron predicadas en diversas partes del mundo.

Para los adventistas en particular, 1844 y los años que le precedieron evocan el nombre de Guillermo Miller. Pero él fue tan solo uno de muchos que durante ese tiempo predicaron sobre el pronto regreso de Jesús. Personas como Manuel Lacunza, Joseph Wolff, Henry Drummond, Edward Irving, Hugh M’Neile y los niños predicadores de Suecia proclamaron también que los grandes períodos proféticos estaban por hallar su cumplimiento, y que entonces –según entendían– Jesús regresaría.

No fue solo en los Estados Unidos o Europa que la gente proclamó este mensaje, sino que circundó el globo. Wolff predicó en el Oriente Medio y en el norte del África (desde Egipto a Afganistán y desde Inglaterra a la India). En 1837 visitó los Estados Unidos. En la India, Daniel Wilson, obispo episcopal de Calcuta, predicó y escribió folletos sobre las profecías de Daniel.1 En Adelaida, Australia, el mensaje de un Salvador pronto a venir fue predicado por Thomas Playford.2 Tan grandes eran las multitudes que sus seguidores tuvieron que construir una iglesia con mayor capacidad.

Al fin del período profético, precisamente como se le había mostrado al apóstol Juan y en el momento predicho por Daniel más de dos mil trescientos años antes, el mensaje fue proclamado alrededor del mundo a viva voz. No es de extrañar que los pioneros adventistas estuvieran tan entusiasmados al darse cuenta de que estaban cumpliendo la profecía.

Apocalipsis 10:10 dice: “Entonces tomé el librito de la mano del ángel y lo comí. En mi boca era dulce como la miel, pero cuando lo hube comido amargó mi vientre”.

Puede ser que no exista mejor resumen de lo que pasó a partir de allí en la historia adventista, que esas palabras proféticas. Los fundadores de la iglesia habían sido todos milleritas; es decir, seguidores de Guillermo Miller, un agricultor bautista que se convirtió en predicador y proclamó que Cristo regresaría entre 1843 y 1844, cuando concluyese la profecía de los dos mil trescientos días. Como adventistas contemporáneos se nos hace difícil imaginar qué preciosa fue la experiencia de esos milleritas al aproximarse el 22 de octubre de 1844, la fecha en que, según sus estudios, finalizaba la profecía de Daniel. La experiencia de ellos fue especialmente dulce durante las últimas semanas y días previos a la fecha señalada. Al leer algunos de sus testimonios, podemos tener una vislumbre de sus sentimientos alegres pero al mismo tiempo solemnes.

Al describir el encuentro campestre de agosto de 1844 en Exeter, New Hampshire, donde se anunció por primera vez la fecha de octubre, José Bates más tarde recordó:

“Cuando ese encuentro llegó a su fin, las colinas de New Hampshire anunciaron el potente clamor que venía el novio y había que salir a recibirlo. A medida que los carros, las diligencias cargadas y los trenes recorrían los diferentes estados, ciudades y aldeas de Nueva Inglaterra, se escuchaba el clamor: Aquí viene el novio. ¡El tiempo es breve! ¡Preparaos! ¡Preparaos!”3

“Como marea creciente –escribió Elena White– el movimiento se extendió por el país. Fue de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo y hasta a lugares remotos del campo, y consiguió despertar al pueblo de Dios que estaba esperando”.4

Finalmente llegó el gran día. Guillermo Miller observó que “aun los burladores malvados permanecieron en silencio” ese día.5 Pero luego sigue diciendo: “El día pasó. Y al día siguiente pareció como si todos los demonios del abismo insondable hubieran sido liberados sobre nosotros. Los mismos que […] habían clamado por misericordia […] ahora se burlaban, mofaban y nos amenazaban de la forma más blasfema”.6

La experiencia que había sido tan dulce en la boca, como había anticipado el apóstol Juan, se volvió terriblemente amarga en el estómago. Como no podemos comprender 
plenamente lo que habrá sido anticipar el regreso de Cristo ese lejano martes 22 de octubre, tampoco podemos comprender la desgarradora desilusión que sufrieron en los días y semanas que siguieron.

Hiram Edson fue probablemente quien mejor resumió la experiencia: “Esperamos la venida del Señor hasta que el reloj dio las doce de la noche. El día había pasado; nuestra desilusión se hizo realidad. Nuestras más caras esperanzas y expectativas fueron destruidas, y nos acometió tal espíritu de llanto como jamás habíamos experimentado antes […] Lloramos y lloramos hasta el amanecer”.7

Sin embargo, el capítulo 10 de Apocalipsis sigue diciendo: “Él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes” (Apoc. 10:11).

Por cierto, debido a su desilusión, los pioneros adventistas no comprendieron plenamente este versículo, especialmente la parte que habla de profetizar “otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”. Poco a poco entenderían la obra mundial que se les estaba asignando. Y también el mensaje más abarcador que debían predicar, que incluía el sábado, el santuario, el estado de los muertos y el mensaje de salud, entre otros.

Este resumen, aunque breve, nos recuerda por qué como iglesia vemos nuestra historia profética anticipada en Apocalipsis 10. Pero esta es solo la primera de las tres características identificadas por la profecía.

La identidad profética de Apocalipsis 12

Apocalipsis 12 cubre un mayor período histórico que cualquier otro capítulo de la Biblia: desde la caída de Lucifer hasta el año 1798 d. C. En el último versículo del capítulo, vemos que la iglesia verdadera de Dios surge de su experiencia del “desierto”. A continuación aparece un pueblo “remanente” que es identificado por dos características:

1. Guardan los mandamientos de Dios (todos los mandamientos), incluyendo el cuarto.
2. Tienen el “testimonio de Jesús”, que en Apocalipsis 19:10 es definido como el “espíritu de la profecía”: una 
renovada concesión del divinamente inspirado don de profecía.

Aunque existen iglesias que guardan el sábado y otras que afirman tener el don de profecía, ninguna de ellas concuerda con las dos características dadas aquí. En consecuencia, como adventistas hallamos nuestra identidad profética en las dos características dadas en Apocalipsis 12:17.

Fue un día de diciembre de 1844 cuando mientras oraba con otras cuatro mujeres, una jovencita de 17 años llamada Elena Harmon experimentó que el Espíritu Santo descansaba sobre ella como jamás lo había hecho antes. Dios había escogido una vez más una mensajera profética. Así como lo había hecho en muchos otros momentos cruciales de la historia de la salvación (Noé antes del diluvio, Juan el Bautista antes del ministerio de Cristo), Dios ahora envió otro mensajero profético. Otro hito crucial de la historia profética había llegado: los grandes períodos proféticos de Daniel y Apocalipsis estaban llegando a su fin; y así como había sido predicho, el pueblo remanente de Dios recibió una vez más el don de profecía.

En 1846, Elena Harmon se casó con Jaime White, y su ministerio se extendería durante un período de setenta años (de 1844 hasta su muerte en 1915, incluiría unas dos mil visiones e incorporaría la autoría de más de cinco mil artículos y 24 libros (además de dos manuscritos inéditos) antes de su muerte.

Hoy día, después de más de ciento cincuenta años de observar el fruto de su labor, puede demostrarse que los consejos que Dios le dio a la iglesia por medio de Elena White son sólidos: han resistido la prueba del tiempo. Toda evaluación sincera de la historia de la denominación revela que la iglesia ha prosperado toda vez que siguió la dirección divina dada a través del espíritu de profecía, y tambaleó en cada ocasión que no lo hizo.

Esto nos lleva a la tercera característica.

El mensaje profético de Apocalipsis 14
Creemos que tenemos un mensaje para el mundo que se halla en Apocalipsis 14:6-12. Hasta donde sé, ninguna otra iglesia está proclamando hoy día “los mensajes de los tres ángeles”.

Es digno de destacar que al traducir la Biblia al inglés contemporáneo en una versión especial para católicos, monseñor Ronald Knox incluyó una interesante nota al pie en su traducción de Apocalipsis 14:6.

La mayoría de las versiones suelen identificar los mensajes de los tres ángeles como “el evangelio eterno”. En su traducción, Knox la traduce como “un evangelio final”8 y añade entonces la siguiente nota al pie: “Final significa literalmente eterno. No está claro –dice Knox– por qué se describe así al evangelio predicado por el ángel, pero el contexto sugiere que se trata del último llamado al arrepentimiento ofrecido a los hombres en la historia de este mundo”.9

En relación con este mismo punto, muchos años antes Elena White escribió: “En un sentido muy especial, los adventistas del séptimo día han sido colocados en el mundo como centinelas y transmisores de luz. A ellos ha sido confiada la tarea de dirigir la última amonestación a un mundo que perece. La Palabra de Dios proyecta sobre ellos una luz maravillosa. Una obra de la mayor importancia les ha sido confiada: proclamar los mensajes del primero, segundo y tercer ángeles. Ninguna otra obra puede ser comparada con esta y nada debe desviar nuestra atención de ella”.10

Durante más de ciento sesenta años, como iglesia hemos estado proclamando los mensajes de los tres ángeles. Los dos primeros (la predicación del evangelio “eterno” o “final” con el trasfondo del mensaje del juicio, y el llamado a salir de Babilonia), fueron dados por primera vez por los milleritas, pero después de la desilusión que sufrieron los fundadores de la iglesia, les llevó un tiempo determinar la significación del mensaje del tercer ángel. Después de descubrir la obligación y el privilegio de observar el sábado, pronto entendieron también su significación teológica y profética en relación con el mensaje del tercer ángel.

Elena White escribió: “Cada aspecto del mensaje del tercer ángel ha de ser proclamado en todas partes del mundo. Esta obra es mucho más importante de lo que muchos creen”.11.
Conclusión

Sí; en el fin de los tiempos habrá en esta tierra un grupo de fieles observadores de los mandamientos que se distinguirán de todas las entidades religiosas de tres maneras singulares. Solo los adventistas encajamos exactamente en esta descripción. El hecho de que hayamos sido llamados a dar un mensaje único antes de la segunda venida de Cristo no da lugar a la jactancia ya que el mismo no pertenece a la iglesia, sino a Dios.

Así las cosas, los adventistas tenemos que vivir de manera diferente, actuar en forma diferente y predicar de manera diferente. Muchas otras iglesias están haciendo una buena obra, pero nadie está predicando el evangelio “eterno” o “final” con el trasfondo del mensaje del juicio. Esto debería darnos un sentido de la urgencia de nuestra predicación.

Tenemos como iglesia una obra especial que hacer en el fin del tiempo. Que Dios no permita que perdamos el sentido de nuestro enfoque y de la misión profética, sino que, por el contrario, experimentemos el entusiasmo y el compromiso de los pioneros que entendieron que Dios quería obrar por su medio para culminar su obra aquí en la tierra. Que el mismo sentido de asombro y dedicación sea la experiencia de la Iglesia Adventista actual.

Si desea leer el artículo completo, preparado originalmente a manera de sermón, visite el sitio www.whiteestate.org Se agradece de manera especial a Roger Coon por conceptos usados en este artículo.


Fuente: AdventistWorld.com
Autor: James R. Nix es director del Patrimonio White / White State, en la sede central de la Iglesia Adventista en Silver Spring, Maryland, Estados Unidos.
Referencia: 1. L. E. Froom, Prophetic Faith of Our Fathers, vol. 3, pp. 617-622. 2. M. E. Olsen, Origin and Progress of Seventh-day Adventists, p. 103. 3. José Bates, Second Advent Way Marks and High Heaps, 1847, pp. 30, 31. 4. Elena White, El gran conflicto, ed. 2007, p. 397. 5. Carta manuscrita de Guillermo Miller al Dr. J. O. Orr, 13 de diciembre de 1844, citada en F. D. Nichol, The Midnight Cry, p. 250 (CHL ed., p. 266). 6. Ibíd. 7. Hiram Edson, fragmento manuscrito autobiográfico sin fecha que obra en la Biblioteca de la Universidad Andrews, pp. 8a, 9. 8. Msgr. Ronald A. Knox, The Holy Bible, 1944, 1948, 1950. 9. Msgr. Ronald A. Knox, The Holy Bible, Sheed & Ward, Inc., New York, 1956, p. 270, nota al pie sobre Apocalipsis 14:6. 10. Testimonios para la iglesia, vol. 9, p. 17. 11. Alza tus ojos, p. 275.

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sábado, 6 de junio de 2009

Reflexiones Sobre Daniel 11: 10 Puntos Basicos a Tener en Cuenta. Por Humberto R. Treiyer

Apreciados amigos:

Ha comenzado un intercambio que se anticipa interesante sobre Daniel capítulo 11. Con especial satisfacción observo que algunos de mis hermanos quieren descubrir la verdad por sí mismos; por lo mismo resistiré la tentación de verter explicaciones detalladas acerca del mismo. En lo que sigue, los investigadores encontrarán un par de pistas respecto del mismo.

Con un abrazo afectuoso, vuestro consiervo en el Señor,

Humberto R. Treiyer

10 Puntos Basicos a Tener en Cuenta en la Interpretación de Daniel 11:

1. El C. B. A. (Comentario Biblico Adventista) concluye el comentario de Daniel 11 con estas palabras de Jaime White, citadas fuera de contexto:

"Al interpretar profecías no cumplidas, donde la historia no está aún escrita, el estudiante debiera presentar su exposición sin demasiado dogmatismo para que no se encuentre extraviado en el terreno de la fantasía".

"Hay quienes piensan más sobre la verdad futura que sobre la verdad presente. Ven poca luz en el sendero en que caminan, pero creen que ven gran luz delante de ellos".

"Las opiniones respecto a la cuestión del Oriente se basan en profecías que no se han cumplido aún. En estos casos debiéramos andar con cautela y nuestras definiciones debieran ser cuidadosas para que no se nos encuentre quitando los hitos que se han establecido firmemente en el movimiento adventista. Puede decirse que hay consenso general sobre este tema, y que todos los ojos se vuelven hacia la guerra actual entre Turquía y Rusia [1877-78] como el cumplimiento de esa porción de la profecía que confirmará mucho la fe en el próximo fuerte clamor y el fin de nuestro mensaje. Pero es inquietante preguntarse cuál será el resultado de este dogmatismo en cuanto a profecías no cumplidas si las cosas no salen como se espera tan confiadamente." (James White, RH, 29-11-1877).

2. Tal como la declaración aparece citada en el C. B. A., parecería indicar que sólo debemos estudiar las profecías ya cumplidas, lo que ya es historia, pero que nada es seguro en la interpretación de las no cumplidas. Si esto fuera así, ¿cuál podría ser entonces el propósito de las profecías?

3. La preocupación del pastor White era, sin embargo, distinta, como lo demuestra el contexto de la cita:

"Echemos un rápido vistazo al bosquejo profético que se presenta cuatro veces en el libro de Daniel. Tendrá que admitirse que se cubre el mismo terreno en los capítulos 2, 7, 8 y 11, con la excepción de que Babilonia es dejada fuera en los capítulos 8 y 11. Veamos primeramente la gran imagen del cap. 2, en la que Babilonia, Medopersia, Grecia y Roma están representadas respectivamente por el oro, la plata, el bronce y el hierro. Todos coinciden en que sus pies no son Turcos sino Romanos. Al considerar al león, el oso, el leopardo y la bestia con los diez cuernos, [bestias] que representan lo mismo que [los metales de] la gran imagen, nuevamente todos coinciden en que no es Turquía la que será arrojada a las llamas ardientes sino la bestia romana. Así también en el cap. 8, todos coinciden en que el cuerno pequeño que habría de erguirse en contra del Príncipe de los príncipes no es Turquía sino Roma. Es todas estas tres líneas [proféticas] la última forma de gobierno mencionada es Roma".

"Así llegamos al punto básico de nuestro argumento, y del cual mucho depende: ¿Cubre el cap. 11 de la profecía de Daniel el mismo terreno recorrido en los caps. 2, 7 y 8? Si así fuera, entonces el último poder mencionado en este capítulo es Roma." R. & H., noviembre 29, 1877.

4. Resulta claro que la preocupación del pastor White en relación a profecías no cumplidas aún, estaba en la introducción de enfoques que removían los hitos clara y firmemente establecidos, que era precisamente el error en el que estaba incurriendo Urías Smith al identificar a Turquía como el "rey del norte" en Daniel 11.

5. Casi un año mas tarde, White volvió a lo mismo:

"En el cap. 11 [de Daniel] hay una línea histórico-profética en la que los símbolos son dejados de lado, y que comienza con los reyes de Medopersia, y continúa con los de Grecia y Roma, hasta el tiempo cuando este poder [Roma] ‘llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude’ (Dan 11: 45). Si los pies y los diez dedos de la imagen metálica son Romanos; si la bestia con los diez cuernos, que es arrojada a las llamas de fuego del gran día, es la bestia Romana; si el cuerno pequeño que se levantó en contra del Príncipe de los príncipes es Roma – si el mismo terreno y extensión son cubiertos por estas cuatro cadenas proféticas, entonces el último poder del capítulo 11, que ’llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude,’ también es Roma." R. & H., octubre 3, 1878.

6. ¿Cuál es entonces la conclusión? Que Jaime White y nuestros pioneros comprendieron claramente que Roma es el poder que llega hasta el mismo fin de Dan 11. Urías Smith, por otro lado, estaba introduciendo una identificación diferente, Turquía. Y al hacerlo estaba "removiendo los hitos" e introduciendo confusión en la interpretación del libro de Daniel.

a) Urías Smith se unió el personal de la Review and Herald en 1853. Hasta 1867 compartió la posición de los pioneros sobre la identificación del Rey del Norte con el Papado. En la Review del 5 de noviembre, comentando la campaña de Giuseppe Garibaldi por la unificación italiana, Smith adelantó la idea de que si el poder temporal le era quitado al Papado, "probablemente nunca habría de serle restaurado."

b) Desde noviembre de 1867 hasta marzo de 1871 sostuvo que tanto el Papado como el Islamismo podrían cumplir la profecía de los últimos versículos de Dan 11. En mayo de este último año, y como consecuencia de la conclusión de la Guerra Franco-Prusiana (1870 - 1871) que resultó adversa a Francia, el principal apoyo del Papado, Smith llegó a la conclusión de que la única opción restante era Turquía. En la Review del 5 de noviembre de ese año: " ...cuando el Turco, expulsado de Europa, se apresure a hacer de Jerusalén el asiento temporario de su gobierno..., entonces, de acuerdo a [Daniel 12: 1] contemplaremos el levantamiento de Miguel".

c) Esta idea se impuso por dos hechos, la muerte de Jaime White en 1881, el único que tenía ascendiente suficiente como para corregir a Smith, y la publicación del monumental comentario de Smith sobre Daniel y el Apocalipsis. Nadie pudo refutar esa idea, y los hechos parecieron corroborarla. Fueron años en los que ganamos muchísimos conversos. Pero cuando después de la Primera Guerra Mundial Turquía no desapareció, se produjo un éxodo masivo de nuestra iglesia.

7. Los puntos de "ruptura" en la secuencia de Dan 11. Los mas importantes son 4 (hay otros, como el que separa los vv. 2 y 3; etc., pero no son de tanta trascendencia para la interpretación del capítulo):

a) V. 14: El pensamiento del v. 13 se continúa en el v. 15. El v. 14 es un paréntesis necesario para introducir a los Romanos en el complejo cuadro de las luchas entre dos de las divisiones del imperio de Alejandro III el Grande, los Seléucidas (norte) y los Ptolomeos (sur)–las así llamadas "guerras sirias." No "hombres turbulentos de tu pueblo [traducción emprejuiciada, a fin de introducir a los Macabeos]," "sino quebrantadores [hebreo, paritz] de tu pueblo," los Romanos. Se levantarían "para cumplir la visión, pero ellos caerán."

b) Entre los vv. 20 y 21 hay un "vacío histórico" de unos cuatro siglos–desde la muerte de Octavio o Augusto, en el año 14, hasta el ascenso del primer obispo de Roma que mereció ser llamado "Papa," León I el Grande (440 a 461); o bien hasta los tiempos de Virgilio (537 a 555), el primer papa que pudo ejercer la nueva atribución, la de perseguir a los disidentes, recién conferida por el Edicto de Justiniano I. Según el v. 21, "un hombre despreciable," sorpresivamente tomaría "el reino con halagos." (Mejor, de acuerdo al hebreo, "por medio de intrigas," o "por medio de engaños.")

8. Entre los vv. 29 y 31: El mismo poder referido en el v. 21, el Papado, habría de sufrir un serio revés al tratar de reafirmar su dominio sobre un rival al cual había controlado por más de un milenio.

a) La escena descrita en el v. 29 habría de ocurrir "al tiempo señalado", es decir, en 1798.

b) ¿Cuál habría de ser el resultado? "No será la postrera venida como la primera. ... se contristará, ... y se enojaraá ..." (vv. 29, 30), (Otras traducciones: "en esta invasión no triunfará como la primera vez," "esta última vez no sucederán las cosas como en la primera," "esta última expedición no será como la primera.") ¿Por qué no? Por la venida "de las naves de Quitim" – símbolo de la Revolución Francesa.

9. Entre los vv. 39 y 40. Termina en el v. 39 la descripción de la "teología del Papado" (iniciada en el v. 31). El v. 40, con la expresión "al cabo del tiempo," o "al tiempo del Fin," entronca con los acontecimientos anticipados en el v. 29 como ocurriendo "al tiempo señalado." Estos dos versículos hacen referencia a un golpe muy severo (una "como herida de muerte," Apoc 13: 3) que el Rey del Norte (Babilonia espiritual), el Papado, habría de recibir del mismo rival al que había tenido sometido por tantos años, el Rey del Sur (Egipto espiritual).

10. El evento de la cruz marcó un gran cambio en la identificación de lugares, puntos cardinales y referencias geográficas.

a) Hasta la cruz el gran centro geográfico, el gran punto de referencia de la Biblia, fue un monte literal, el Mte. Moria, más conocido como Mte. Sión – un Sión literal, una Jerusalén literal, una Palestina literal, una Babilona literal, un Eufrates literal, un Egipto literal, un Norte, Este y Sur literales, etc.

b) Sin embargo, todo se volvió simbólico después de la cruz. ¿Por qué ese cambio? Cristo lo había advertido: "El reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él" (Mat 21: 43); "He aquí vuestra casa os es dejada desierta " (Mat 23: 38). Y también Pablo: "Mirad a Israel según la carne . . ." (1 Cor 10: 18), en contraste con el "Israel de Dios" (Gal 6: 16); "No os habéis acercado al monte que se podía palpar ["tangible," "una realidad sensible," "un monte palpable"] ... sino que os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial ..." (Heb 12: 18, 22).

c) La separación entre las referencias geográficas literales y las simbólicas está entre los vv. 20 y 21–hasta el v. 20 todo es literal, totalmente geográfico; pero todo se vuelve simbólico desde el v. 21 hasta el v. 45: un Norte o Babilonia simbólico, un Sur o Egipto simbólico, un Sión -- o "el monte glorioso y santo" -- simbólico; y varias otras entidades políticas, tales como Libia, Etiopía, Moab, Edom y Amón, también simbólicas.

d) Este es un punto sumamente importante, especialmente debido a la gran difusión del falso Sionismo, el llamado a la reunión de los Judíos literales en Palestina, en presunto cumplimiento de las profecías condicionales de restauración del Antiguo Testamento; y la gran ignorancia acerca del verdadero Sionismo, el llamado a la reunión del verdadero Israel, los 144.000, sobre el Mte. Sión, como resultado de la predicación del verdadero mensaje de reunión, el mensaje de los tres ángeles (Apoc 14: 6-13).

Autor: Humberto R. Treiyer, reconocido teólogo adventista nacido en Argentina. B.A., Colegio Adventista del Plata, Entre Ríos, Argentina. M.A., Instituto Nacional del Profesorado, Entre Ríos, Argentina. M.Div., Andrews University, MI., USA. Th.D., Southwestern Baptist Theological Seminary, Louisiana, USA.
Ex docente y Ex decano de teología de las siguientes universidades; Universidad Adventista del Plata, Argentina; Universidad Adventista de Costa Rica; Instituto de Estudios Superiores en Teología, Filipinas. Es autor de varios libros algunos de los cuales se han utilizado como libros de texto en distintas instituciones.

Fotografía: Daniel 11: 5-8. Detalle del Papyrus 967 / Kölner Teils.

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