viernes, 8 de enero de 2010

¿Israel es parte de la profecía del fin? Por Clifford Goldstein

Cada año las universidades bíblicas gradúan a cientos de creyentes armados con los fundamentos del futurismo: la creencia de que el Armagedón se centrará en los judíos y en Israel. Oral Roberts, Kenneth Copeland, Jim Bakker, Jimmy Swaggart y miles de otros predicadores esperan que el Armagedón ocurra en Palestina. Las revistas cristianas evángelicas publican diariamente artículos que se centran en el papel profético que desempeñaran los judíos e Israel en los últimos días. “Debemos notar el hecho”, escribe un futurista, “de que todo el universo, todas las estrellas, el sol y la luna has sido subordinadas por Dios al llamamiento de Israel. ¡Esto muestra lo importante que es Israel a la vista de Dios!

Estas creencias no están confinadas a la escuela dominical. Jerry Falwell ha traído las convicciones futuristas a debates acerca de la defensa, la política exterior y el control del armamento. Pat Robertson, aspirante a presidente y entusiasta futurista, predijo en 1982 que una guerra en el Líbano llevaría a la destrucción de Rusia como potencia mundial. Las declaraciones del presidente Reagan en cuanto al Armagedón y al Medio Oriente señalan que él también ha sido influenciado por la teología futurista.

¿Cuál es el origen del futurismo? ¿Es bíblico? Y con la fuerza política creciente del cristianismo evangélico en los Estados Unidos, ¿qué efectos podría tener esto sobre el país?

El futurismo se originó con la Reforma. Martín Lutero, queriendo al comienzo reformar el papado, eventualmente lo condenó como el anticristo. “Debes estar armado con la Escritura”, escribió, “para que no sólo puedas llamar al papa anticristo, sino también para saber cómo probarlo tan claramente que puedas morir con esta convicción y estar en contra del diablo en la muerte”.

El rótulo pegó, y pronto los protestantes de todos los colores y formas estaban señalando a Roma como “el asiento del anticristo real y verdadero”. Queriendo revertir la mala publicidad, Francisco Rivera, un jesuita español, publicó un comentario en 1590 que argumentaba que el anticristo hacía referencia no a Roma sino a un individuo que se levantaría justo antes de la segunda venida de Jesús. El anticristo, decía Ribera, reinaría en Palestina y reconstruiría el templo junto con los judíos (restaurados en la tierra).

La campaña de relaciones públicas funcionó tan bien que para el siglo XIX muchos púlpitos protestantes estaban predicando distintas versiones del futurismo, especialmente en las Islas Británicas, donde el futurismo se incorporó a una teología más compleja llamada dispensacionalismo. En el siglo XX, la Scofield Reference Bible, el comentario bíblico de mayor circulación en toda la historia, promocionó el futurismo a millones por medio de su elaborado sistemas de notas de pie de página. Algunos futuristas aficionados reverencian estas notar casi tanto como las misma Escrituras.

En años recientes, el sumo sacerdote indisputado de la profecía futurista ha sido Hal Lindsey, cuyo libro The Late Great Planet Earth ha tenido más de cuarenta reimpresiones, ha sido traducido mas de treinta y un idiomas y ha vendido la cantidad astronómica de 18 millones de copias. “Antes de que los judíos fueran una nación”, escribe Lindsey, “nada era pertinente. Ahora que eso ocurrió, comenzó una cuenta regresiva de todo tipo de señales proféticas que van cayendo en su lugar”.

“La señal mas clara del regreso de Cristo”, de acuerdo con Leon J. Wood en The Bible and Future Events, “es el estado moderno de Israel”.

Esta obsesión futurista con el moderno Israel surge de las promesas que Dios hizo hace miles de años al antiguo Israel. “Porque eres pueblo santo a Jehová tu Dios, y Jehová te ha escogido para que le seas un pueblo único de entre todo los pueblos que están sobre la tierra”. (Deut. 14:2). Dios prometió a los hebreos prosperidad material. “Bendito será tú en la ciudad, y bendito tu en el campo. Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán tus canasta y tu artesa de amasar” (Deut. 28:3-5). Incluso les prometió victorias militares: “Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti”. (vers. 7).

Dios prometió estas bendiciones al antiguo Israel y muchas más, porque quería que los judíos evangelizaran al mundo. Los gentiles, al ver la gran prosperidad de Israel, dirían: “Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros” (Zac. 8:23). Los gentiles vendrían a Jerusalén y se convertirían al Dios de los judíos. El templo sería llamado “casa de oración para todos los pueblos” (Is. 56:7), y “todas las naciones llamarán a Jerusalén: Trono de Jehová” (Jer. 3:17.

Sin embargo, los futuristas pasan por alto el hecho de que Dios dio estas promesas a Israel bajo la condición de la obediencia. “Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos... Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra” (Deut. 28:1).

Junto con estas promesas venía una advertencia: “Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos”, entonces “maldito serás tu en la ciudad y maldito en el campo, maldito el fruto de tu vientre”. En lugar de victoria, “Jehová te entregará derrotado delante de tus enemigos; y serás vejado por todos los reinos de la tierra” (vers. 15,16,18,25).

La naturaleza condicional de la bendición es presentado muy bien en Jeremías 18:9 y 10: “En otro momento puedo hablar de construir y plantar a una nación o a un reino. Pero si esa nación hace malo ante mis ojos y no me obedece, me arrepentiré del bien que había pensado hacerles” (NVI).

Como muestra la Biblia, Israel como nación rehusó escuchar la voz del Señor. Los gentiles vinieron a Jerusalén, pero para quemar la ciudad, no para adorar allí. Tuvieron lugar todas las calamidades que el Señor había advertido que ocurrirían, hasta que Israel en verdad fue “vejado por todos los reinos de la tierra” (Deut. 28:25).

En la parábola del agricultor que plantó la viña, Jesús ilustró el fracaso de Israel. Cuando el dueño envió a sus siervos a recibir la fruta de la viña, los inquilinos los mataron uno por uno. Finalmente envió a su hijo, y lo mataron también. El dueño destruyó a los inquilinos y le dio la viña a otros. Jesús, usando la viña como símbolo de la tierra de Israel y a los inquilinos para simbolizar la infidelidad de la nación, les dijo a los líderes: “El reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él” (Mat. 21:43).

A pesar de la naturaleza condicional de la promesa, a pesar del fracaso al no cumplir con las condiciones y a pesar de la declaración de Cristo de que el reino sería quitado de Israel por su fracaso, los futuristas insisten en que la promesa del Antiguo Testamento hecha a los judíos ha permanecido válida durante casi 2000 años. Y aplican estas promesas al Estado de Israel moderno, aunque es un país secular que no ha hecho ningún pacto con Dios para vivir de acuerdo con las condiciones delineadas en la Biblia.

“Durante los últimos treinta y siete años”, escribió el futurista Win Malgo en 1985 acerca del estado judío en Palestina, “hemos sido testigos del cumplimiento progresivo de la promesa que Dios hizo al a nación de Israel”. J.Dwight Pentecost escribió que las promesas “hechas por Dios a Israel con respecto a su relación con la tierra deben ser consideradas como un pacto incondicional”.

Directamente ligado a esta insistencia errada en cuanto a que las promesas de Dios a Israel son incondicionales hay un error relacionado: el fracaso del futurismo en reconocer la enseñanza del Nuevo testamento de que la iglesia ha tomado el lugar del antiguo Israel de este lado de la cruz. En la parábola de la viña, Jesús dijo que el reino de Dios sería quitado a Israel y dado a una nación que trajera frutos. El evangelio no ha ido a una sola nación; se ha esparcido en todo el mundo. Los creyentes de todo el mundo componen el “pueblo que produzca los frutos del reino” (NVI).

Escribiendo a los cristianos esparcidos en las iglesias de todo el Medio Oriente, Pedro se dirigió a ellos con los títulos de Israel: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa” (1 Pedro 2:9). Pablo, escribiendo a los creyentes gentiles de Efeso, les recuerda que una vez estuvieron “ajenos a los pactos de la promesa”, pero que ahora son “conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Ef. 2:12,19).

Las promesas del evangelio no excluyen al judío; se convierte en parte del Israel espiritual (la iglesia) por medio de la fe en Jesús, al igual que todos los demás. “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Gál. 3:29). En Romanos 11, Pablo usa el símbolo del árbol de olivo para representar a Israel. Los judíos eran la iglesia original, “las ramas naturales”, mientras que los gentiles son las ramas del olivo “silvestre”. Por causa de la incredulidad y la desobediencia, las ramas naturales, los judíos, fueron “desgajadas”, mientras que las ramas silvestres, los gentiles, fueron “injertados”. Sin embargo, Pablo advierte a los gentiles que si desobedecen, ellos también pueden ser cortados. Pablo explicó que si la rama gentil que “por naturaleza es olivo silvestre” podía ser injertada, “¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?”, si (note la condición que Pablo expresa) “no permanecieren en incredulidad” (vers. 23,24).

Centenares de promesas del Antiguo Testamento que el Señor hizo al antiguo Israel permanecen sin cumplir porque Israel permaneció infiel a las condiciones. El futurismo, rechazando la idea de la condicionalidad, aplica estas promesas al Israel moderno. El resultado es una variedad de escenarios improbables para el fin del mundo. Al aplicar al Israel moderno las promesas del victorias militares hechas al antiguo Israel, los futuristas creen que Rusia será derrotada en una guerra contra los judíos.

El libro del Apocalipsis está lleno de simbolismos del Antiguo testamento y de su ambientación en la antigua Palestina. Así cono Pablo y Pedro aplicaron los títulos del Israel literal al Israel espiritual, el Apocalipsis también aplica espiritualmente los antiguos símbolos palestinos del Antiguo Testamento. Por ejemplo, el Apocalipsis habla del pueblo de Dios saliendo de “Babilonia”. Sin embargo, Babilonia, un sistema religioso y político claramente falso, enemigo del pueblo de Dios en el tiempo del antiguo Israel, no ha sido una nación por más de 2000 años y, de acuerdo a Isaías, nunca sería restaurada. Por lo tanto, Juan en el Apocalipsis, no puede estar haciendo referencia a la nación literal de Babilonia. En su lugar, está usando símbolos del Antiguo Testamento literal para enseñar verdades espirituales del Nuevo Testamento: que el pueblo de Dios debe abandonar las enseñanzas de la religión falsa, es decir, la Babilonia espiritual. El futurismo, al rehusar ver las interpretaciones espirituales de estas imágenes, las aplica literalmente, lo que explica su obsesión con el Medio Oriente.

Rechazar el futurismo no significa, necesariamente, rechazar a Israel. Millones de personas que no ven significación profética en el Estado judío apoyan sin embargo el derecho de Israel a tener una patria segura. Y su apoyo viene sin todas las trampas teológicas del futurismo, que incluye, para algunos, otro holocausto. “Millones de judíos devotos”, dice Jerry Falwell, “serán asesinados nuevamente”. Con defensores como éstos, ¿quién necesita de la OLP? Sería mejor que los judíos se preocuparan por sí mismos.

Pero los judíos no son los únicos que se preocupan. Hay otros preocupados también por la manera en que esta teología popular pueda afectar la política del gobierno. Las declaraciones del presidente Reagan acerca del Armagedón, antes de las elecciones del 1984, hizo que la gente se preguntara “si la creencia aparente del presidente en un escenario bíblico particular para el fin del mundo significa que considera la guerra nuclear como un instrumento divino” (Time, 5 de noviembre de 1984). Otros también se preguntan si la descripción que hizo del presidente de Rusia como un “imperio impío” vino de la teología futurista, que describe a Rusia de la misma manera. Algunos creen que es más que una coincidencia que muchos oponentes firmes al congelamiento nuclear o la reducción de armamento sean evangélicos futuristas, cuyos escenarios para los últimos días siempre incluyen una guerra nuclear. Hal Lindsey, cuyos libros acerca de profecías bíblicas especulan con una guerra nuclear entre Norteamérica y Rusia antes de la segunda venida, dio una charla un vez a los estrategas del Pentágono acerca de ese mismo tema: la guerra nuclear entre EEUU y Rusia.

Rechazar a Lindsey y al escenario futurista para la segunda venida, sin embargo, no significa rechazar la segunda venida. Jesús fue claro, volverá, y antes de ese regreso habrá “gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo” (Mat. 24:21). Este tiempo de angustia podría incluir de un modo plausible una guerra en el Medio Oriente. Pero si es así, no será porque el Israel moderno tenga alguna significación profética en al actualidad.

Jesús también dio otra profecía específica en relación con la segunda venida. Advirtió que antes de su regreso abundarían las falsas enseñanzas, enseñanzas que, advirtió, “engañarán, si fuera posible, aun a los escogidos” (vers 24).

El futurismo no explica esta advertencia profética, ¡la cumple!


Fuente: "Como fuego en mis huesos". Este es una articulo escrito en el año 1987, parte de este libro. Ante la creencia generalizada de que Israel tiene un papel profético antes del fin, es bueno leer otra posición para poder tener un panorama mas amplio y correcto. Editor
Autor: Clifford Goldstein, prolífico escritor adventista. Editor de la Guía de estudio para adultos para la Escuela Sabática. Desde 1992 hasta 1997, fue redactor de ‘Liberty’, y 1984-1992, editor del Shabat Shalom. El tiene M.A. in Ancient Northwest Semitic Languages de la Johns Hopkins University (1992). Es autor de unos 18 libros, los más reciente son "God, Godel, and Grace" y "Graffiti in the Holy of Holies".

+ Leer más..