domingo, 4 de julio de 2010

Obsesionados por el futuro. Por Alejandro Medina Villarreal


Conocer el futuro ha sido uno de los grandes intereses del ser humano. Pero tengo la impresión de que hoy resulta un tanto tenebroso pensar en el porvenir: el calentamiento global, las nuevas enfermedades, las interminables guerras, el aumento exponencial de la violencia, el desempleo, las crisis económicas, la escasez de agua, entre otras. Es por eso que cada vez que alguien pretende afirmar que tiene una información secreta sobre lo que sucederá en el mundo, mucha gente le presta atención.

En esta ocasión, los mayas han sido elegidos como herramienta para proclamar que sus supuestas “profecías” predicen el fin del mundo en el año 2012. Hoy circulan cientos de artículos en revistas y páginas de Internet, así como libros que abundan sobre la cultura y sabiduría maya con relación a los temas del final de la civilización humana. Bueno, parece que algunos místicos ya han dejado descansar a Nostradamus, a la gran pirámide de Egipto y a San Malaquías, y han volteado sus ojos a la antigua Mesoamérica, de por sí fascinante por sus grandes misterios y atractivos culturales, para pretender encontrar en sus arcanos un rumbo a este planeta.

Estas circunstancias traen a la mente las advertencias de Jesucristo en cuanto al tiempo del fin: “Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos” (S. Mateo 24:11).

La Biblia dice que únicamente Dios conoce el futuro y lo ha revelado en su Palabra. Todo aquel que quiera conocer el futuro del mundo necesita acercarse a las Escrituras con un oído atento. Más allá del manoseo de los temas proféticos y los sensacionalismos de algunos alarmistas —los cuales llenan de temor, angustia y desesperación a sus oyentes—, está la bendita revelación profética de la Palabra de Dios, la cual infunde esperanza, seguridad y fortaleza a quien se acerca a ella.

El estudio de las profecías bíblicas es hoy más importante que nunca. No hay por qué temer a estudiar estas partes de la Biblia. Le aseguro que la ignorancia conduce a una incertidumbre insoportable y conduce a tomar decisiones nefastas.

El sueño de un antiguo monarca

Nabucodonosor II fue uno de los hombres más emblemáticos del mundo antiguo: un militar muy astuto, un líder sumamente capaz, un personaje contradictorio, un hombre orgulloso, un individuo sensible a la Palabra de Dios.

¿Se revela Dios a los incrédulos o únicamente a los creyentes? La Biblia dice que el poderoso rey tuvo un sueño inspirado por Dios (Daniel 2:1-6). Eso significa que el Señor también se ocupa de aquellos que no creen en él y los busca especialmente. Pero entonces ocurrió algo muy extraño: a la mañana siguiente el monarca no recordaba el sueño. Sabía que se trataba de algo muy importante y el no recordarlo lo llenaba de angustia. Así que llamó a su cuerpo de adivinos, magos y sabios para que le resolvieran el problema, pero no lograron satisfacer la necesidad del rey. Furioso, el monarca amenazó con matar a todos los instruidos del reino.

Los babilonios eran devotos de muchos dioses, entre ellos Marduk (el “dios” de la sabiduría y protector de la ciudad, cuyo nombre popular era Bel) y Shamash (el dios del sol), pero en esta ocasión, por más peticiones y ruegos a Marduk y Shamash, todo resultó en vano. Así que el rey cumplió su palabra: mandó matar a los sabios del reino.

Daniel, un joven hebreo exiliado en Babilonia, era parte del grupo de sabios o consejeros pero no fue incluido en el grupo que se había presentado ante el rey. Cuando llegaron para arrestarlo, pidió tiempo para resolver el misterioso pedido del rey, y le fue concedido. Entonces se dedicó a orar e invitar al Señor para que le revelara el sueño y su significado. ¡Y Dios lo hizo!

El joven profeta se presentó muy seguro ante el monarca y afirmó la superioridad del Dios de Israel sobre los dioses de Babilonia. Además, aseguró que toda la honra pertenece al Dios del cielo. Dicho lo anterior, procedió a revelarle el sueño, el cual no era un sueño común y corriente. En realidad, se trataba de un mensaje divino para comunicarle la historia del mundo que vendría, incluyendo la intervención divina definitiva. Le dijo que él había soñado una enorme estatua que tenía la cabeza de oro, el pecho de plata, el vientre de bronce, las piernas de hierro y los pies en parte hierro y en parte barro. De pronto, una roca que cayó “no por mano humana” destruyó la estatua, la cual se convirtió en un gran monte.

Interpretación del sueño

El significado de la cabeza. Daniel dijo al rey: “Tú eres aquella cabeza de oro” (Daniel 2:38). Por lo tanto, la cabeza representa al Imperio Neobabilónico (605-539 a.C.). Como el oro es el primero entre los metales, este reino sería esplendoroso. Al caer Asiria, Babilonia heredó toda la Mesopotamia, Siria y Palestina. Después de someter a Egipto, no tuvo rival. Nabucodonosor II gobernó exitosamente durante cuarenta años. En Babilonia, reconstruyó y amplió el palacio, edificó los jardines colgantes, añadió una ciudad nueva en la ribera occidental del río y la interconectó con un puente permanente; asimismo, la rodeó con una muralla doble y, por fuera y a lo largo de ella, con un foso lleno de agua como protección.

El pecho. “Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo” (Daniel 2:39). Representa al Imperio Medopersa (539-331 a.C.). Alrededor del 1000 a. C., los medos eran un pueblo poco organizado y pastoril que vivía en el este de Asiria; relacionados con ellos estaban los persas. Los persas tenían su propio rey, pero durante el período inicial el rey de los medos ejerció el poder tanto sobre medos como persas. A partir de Ciro, los persas asumieron exclusivamente el poder. Después de un largo sitio, la noche del 12 de octubre de 539 a.C. tomaron Babilonia y se erigieron como la nueva superpotencia mundial.

El vientre. “Luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra” (Daniel 2:39). Representa al Imperio Grecomacedónico (331-168 a.C.). Alejandro Magno fue uno de los caudillos más famosos de la historia. Inició su invasión de Asia Menor en 334 a.C. Derrotó a Darío III en 333 a. C. en la batalla de Iso. Además, venció a los ejércitos persas en 331 a.C., en la batalla de Arbela y se halló dueño del Oriente. Realizó una expedición al corazón de Asia, y al regresar a Babilonia, murió ahí en 323 a.C. Se dividió su reino entre cuatro generales: Lisímaco, Seleuco, Casandro y Ptolomeo.

Piernas de hierro. “Y el cuarto reino será fuerte como hierro” (Daniel 2:40). Representa al Imperio Romano (168 a.C.-476 d.C.). Las guerras púnicas (264-146 a.C.) marcaron un paso gigantesco del avance en la dominación romana del mundo. Asimismo, la destrucción de Cartago, en 146 a.C., eliminó a uno de los mayores rivales de Roma. Las guerras macedónicas abarcaron el período de 215-168 a.C. y resultaron en la subyugación no solamente de Macedonia, sino también de parte de Asia Menor. Julio César hizo conquistas extensas en Galia y Alemania, y cruzó el Canal de la Mancha hasta llegar a las Islas Británicas. Fue dictador de Roma de 48-44 a.C. Por otra parte, Jerusalén cayó en manos de Pompeyo en 63 d.C. Augusto gobernó desde 27 a.C. a 14 d.C. El poderoso imperio empezaría a sufrir fuertes invasiones bárbaras en el siglo V, hasta sucumbir en el año 476.

Los pies. “Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido. Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil” (Daniel 2:41-42). Estos versículos representan a la organización posterior del mundo: tribus bárbaras, países europeos, países del mundo.

Las tribus bárbaras fueron la base para la formación de los países de Europa. Después vino el feudalismo y la Edad Media; surgieron las ciudades medievales y las universidades. La Iglesia Católica tuvo un gran dominio. Pero nunca se levantó un Imperio como los de antaño. En el pasado reciente, Napoleón Bonaparte y Adolfo Hitler pretendieron establecer un imperio continental con la fuerza de las armas, pero cuando todo parecía a su favor, sus sueños se derrumbaron estrepitosamente.

¿Por qué? Porque Dios está detrás de la historia. Hasta la fecha vivimos en un mundo dividido en países poderosos (de hierro) y pobres (de barro) que conviven en medio de irreconciliables diferencias, donde la unidad parece una lejana utopía. Así lo había establecido la Biblia. ¿Entonces qué sigue?

La roca. En la Biblia, la roca representa a Cristo (ver 1 Corintios 10:4). Aquí se refiere a la segunda venida de Cristo.

Babilonia era un país con extensas llanuras, sin montes o altas elevaciones. Los babilonios levantaban edificios sagrados o zigurats como imitaciones de montes sagrados. Ellos creían que el mundo era una gran montaña, y que en la parte más alta estaba la morada de Dios. De modo que cuando Daniel afirma que habrá un “gran monte” (ver Daniel 2:35; 44, 45), significa que el Señor establecerá su reino en este mundo.

La historia se ha desarrollado sobre la base de un plan divino. Dios sabe a dónde se dirige este planeta. Este mundo no será destruido por una tercera guerra mundial, una glaciación o una supuesta invasión extraterrestre. No. ¡Jesús vendrá en las nubes de los cielos en gloria y majestad! (S. Mateo 24:30). Vendrá como lo prometió, para intervenir en un mundo que ha agotado sus recursos naturales y sus propuestas de organización social. Regresará para llevarnos con él (ver S. Juan 14:1-3).

En el pasado hubo poderosos imperios, como el neobabilónico, el medopersa, el grecomacedónico, el romano. Por muchos años el mundo ha vivido dividido en países poderosos y débiles. ¡Pero es hora de que el Rey de reyes establezca su reino en este planeta!




Fuente: ElCentinela.com / Junio 2010
Autor: Alejandro Medina Villarreal, es director editorial de GEMA (Grupo editorial mexicano adventista), con sede en México, D.F.

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